El cuadro dentro del cuadro
Desde que el humano fragua el resurgimiento de su imagen, en el fundamento de todo lo circundante, implica que todos sus quehaceres también tomen una nueva significación; que debe contener una figura más amable con respecto a lo humano. Fueron muchos años los que lo humano estuvo vetado hasta para éste mismo. Las acciones que en la etapa anterior del renacimiento subyugaban al arte a la figura de la divinidad, en este nuevo siglo, es esta la que debe subyugarse a la figura humana, que con grandiosa valentía, recuerda que alguna vez fue lo más importante para sí mismo. Resurgiendo de un divino sueño para reencontrarse en el espejo de sí mismo; de lo humano. Pero esta vez en una actitud rebelde, la cual delata su pretensión de enaltecerse en proporción, a lo que en quince siglos de rígida religión decayó.
En esta aventura llamada Renacimiento, que el hombre enfrentó con el más gallardo acto de dignidad, podemos encontrar quizás uno de los momentos más complejos en el campo de los actos humanos y en especial del arte desarrollado en la época. Y en especial para una región como la de la península ibérica, que tuvo, en ese entonces una de sus más grandes épocas. En este siglo y esta península, donde uno de mis pintores favoritos existió, me refiero a Diego da Sylva y Velázquez (1599-1660). De madre española y padre portugués, orgullo de la pintura de su tiempo y del tiempo posterior.
Este trabajo que, se ocupa de una de las tantas aportaciones hechas por los adelantos de la cultura renacentista, y en especial en el campo de la pintura. Con uno de los pintores que más aportaciones técnicas y artísticas dejó para la posteridad. Y esta especial aportación a la cual me refiero es: el cuadro dentro del cuadro.
Si bien esta técnica ya había sido utilizada por los pintores Flamencos del siglo XV y XVI, es hasta que los pintores de la península influenciados, primero por la pintura Italiana, para después llegar a españa. La pintura española del siglo XVII aprovecha en todos los aspectos, en los cuales las llamadas artes pueden moverse, dentro de una técnica, la cual no sólo es muy complicada sino que, además hacen aportaciones al campo del pensamiento. Este es el caso de Velázquez, quien en los cuadros que retratan otros cuadros, hace lujo de la capacidad renacentista de imponer todos y cada una de los aspectos de la vida humana.
La actividad humana, es según los cuadros de Velázquez, no sólo digna de ser retratada, sino que todas sus actividades son plasmadas en el cuadro. Paradoja que según los matemáticos y los filósofos, pone en duda los límites de la capacidad humana, con respecto a su propia visión del mundo. En la españa del siglo XVII, es muy recurrido por las artes hacer este tipo de paradojas, pero es Velázquez el encargado de abanderar el movimiento. El cual no sólo refleja el espíritu de un siglo, sino que además encuentra la reflexión artística que bien le va al entramado del universo; la reflexión del hombre sobre sí mismo revela que éste, ya no es mas el hombre que tiene un espacio íntimo, dentro de un jardín. Es el reflexionar acerca de la imagen propia la que nos dota con conciencia de nosotros mismos; en la infancia el poder reconocernos en un espejo marca la diferencia entre el otro y el no yo. Velázquez no sólo reflexiona sobre un arte y su papel en la cotidianidad, sino que, además juega con la posibilidad de darle vida al cuadro mediante la revalorización de los detalles más simples de la vida diaria. Las cosas en un cuadro de Velázquez corren el peligro de involucrarse en otras cosas, o bien que de ellas se pueda partir a todo el entramado de cosas que el cuadro; como universo cerrado, y que gracias a uno de los pintores más avanzados de su época, hoy podemos pensar.